viernes, 20 de abril de 2012

De hojas en blanco.

Sucede que el corazón es una hoja en blanco en la que cada uno vamos escribiendo a golpes de buena suerte y de infortunio una historia que al final...no sabemos si valdrá la pena ser contada.

Desde niña aprendí que si quería ser feliz no solo bastaba con meter un dedo en mi nariz, desde niña aprendí que las arrugas del corazón se hacen menos si cuando una aparece la atiborramos de pequeños recuerdos felices, así...apretando ojos, aferrándose fuerte a la emoción grata, verán...en ese entonces no había botox, o sí...no lo sé... tenía pocos años.
Aprieto ojos, me aferro al recuerdo feliz y encuentro todas las caras felices de mis personas favoritas, aunque hoy en día ellos, ellas, no sean felices, o lo aparenten, o definitivamente no lo sean, tampoco lo sé, en mi proceso desarrugante son felices, somos felices.

Trabajo interno le dicen, porque tengo el corazón en cuarentena, porque las memorias son importantes, las buenas, las otras son pequeñas arrugas que no tienen sentido, ni existencia, porque aquí no caben cosas feas.

El corazón es una hoja en blanco en la que yo escribo tu nombre y todo está bien, porque así nada pasa, en esta guerra emocional, el exterior dice que a esta hora estarás planeando un mundo mejor, a esta hora yo escribo esto, contigo en mi hoja en blanco.

Estamos donde se nos extraña, pobre de vos...te tengo aquí atrapado.